martes

Tengo un ramo de ilusiones en la mano. Es pequeño, triste y mojado. Pero es lo que pude comprar con las noches de desvelo y las gotas de mazapán. A veces me ayuda, a veces sí que se luce. Pero solo a veces. La mayor parte del tiempo, cuelga de mi mano sin brillo ni vida, como la luna cuelga del cielo, prendida de un alfiler. Cuando cruzo en la calle a un mendigo de besos que me mira sonrojado, reluce en sus ojos mi pequeño ramo y baja la vista. Y dado que muchos no lo tienen, como los empresarios, los políticos y los escultores, a los niños les fascina verme caminar orgullosa con mi ramo en la mano, bamboleándose rítmicamente. Ocasionalmente, miran curiosos y preguntan si pueden tocarlo. ¿Cómo negarme a sus sonrisas plenas? Tengo un ramo de ilusiones en la mano. Es pequeño, triste y mojado.

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